Juana

Ayudé a que te duermas. De repente me detengo, congelo ese instante, miro tus ojitos cerrados, tu respiración suave casi inaudible. Tu carita y ese cuerpo pequeño que yace en la cama. Te contempló y me siento pequeño. Te sigo observando y se me cae una lágrima. Siento. Siento la vida. Siento que esa vida, en parte, se debe a la mía. A la responsabilidad, sin saberlo en aquel momento, de traerte al mundo. A este mundo del que tantas veces reniego, del que tantas otras me confunde, me abate. Veo tus rasgos, los identifico con los míos. El pecho se me hunde en una respiración profunda que sale en forma de suspiro, de aliento. Pienso que jamás pensé que iba a ser algo tan bonito, tan profundo, tan inmenso. Tanto que no comprendo la dimensión. Y lloro. Lloro de no sé qué. De alegría? De paz? De miedos? Ser papá. Ser «papi», ser «Wally», ser el receptor de esos abrazos y besos de un amor tan puro, tan infantil, tan sincero. Es ahí cuando siento que mis brazos caen, no por cansancio (que a veces lo hay), sino que caen porque no mí cuerpo no sabía ni sabe que tanto amor cabe en tan pequeña estructura. Lloro de amor, lloro de sentirme una palabra que no sé escribir. Y ahí sólo me nace decirte Te Amo. Así, en silencio, con mi mirada, con las caricias de mis manos mientras vos ni siquiera lo sabés, o sí. Y en una vida, la mía, caracterizada por la inconstancia, es donde descanso sabiendo que quizás sea lo único que vaya a hacer bien durante el resto de vida que me queda. Te Amo. Te amo y no me canso de decirlo, de hacerlo, y de vivirlo. Ojalá un día leas esto que escribo, para que sepas que mientras vos dormías papá pensaba en vos. En cómo viniste a romper lo establecido. En cómo llegaste para quedarte, y no porque seas mía, sino porque no habrá cosa o motivo más significativo para mí que estar a tu lado para acompañar tu crecimiento, tu desarrollo, tu bienestar. Nadie nace sabiendo, mucho menos el rol de ser padre. Con vos aprendo a cada momento. Te escucho, te observo, te abrazo, te beso. Hoy es un día cualquiera, pero no para mí. Necesitaba poner en letras esto que late en mi pecho y me lo explota. Acá voy a estar, par aprender con vos. Para volver a vivir esos primeros años, crecer en tu infancia, abrazarte en tus miedos, llorar en tus momentos difíciles que también serán los míos. Nunca había imaginado con certeza ser papá y guiar el camino de alguien, pero acá estoy hija, acá estoy para ser tu compañero, tu compinche. Una autoridad también para marcar un sendero. Siempre con amor, con aciertos y errores, pero siempre con amor. No me voy a cansar nunca de decirte Te Amo Hija, de darte besos y pedir que me abraces. En un ratito voy a acostarme a tu lado, deseando congelar ese instante y que siempre seas mí pequeña, mi bebita, y abrazarte fuerte hasta que me digas «basta papá» con esa vocesita angelical. Voy a dormirme sabiendo que soy feliz a tu lado, con la responsabilidad de despertarme mañana y seguir guiandote en este largo camino que es la vida, y que recién comienza. Te Amo Hija, Te Amo Juanupi de mí corazón.

Deja un comentario